LEO A LAURA

Leo a Laura para asir el eje y no soltarlo. Laura sabe dónde está el eje. El eje no está, jamás, en el centro. Leo a Laura porque Laura me toma de la mano para sumergirnos. Laura no me suelta. Laura vive abajo, donde viven las flores dulcísimas e intransigentes. Las flores complejas de lo indispensable. Laura calma mi miedo y empuña el arco. Acuna y restaura.

Sé que Laura podría reconstruir Pompeya a partir de lo que ha quedado, a ojos cerrados y dibujando en el aire lo que fue. Y de la punta de sus dedos renacería lentamente una ciudad entera. Hay una escena cinematográfica que roza la temperatura de Laura, que para mí es una forma posible de nombrarla, de decir cómo es. Laura como la mujer del arnés y la bengala. Para intuirlo hay que leerla y llevar sus poemas sobre el cuerpo, como una medalla que besamos antes de saltar.

                                                              

Hilera de hormigas transportando restos

de alguna cigarra
la curda nocturna del jazmín
lastimaduras en las rodillas
las nubes tajeadas por el viento sur
haciendo parpadear los charcos
lana recién ovillada
el mate cocido
correr hasta quedar sin aire o dar vueltas
hasta caer borracha de la propia sangre
esa estirpe de viejas que temían a las tormentas
y a los milicos
el hocico frío de los perros
el peligro que cercaba todo
la primera sangre bajando
por las piernas la vergüenza
el delantal sin almidonar la dicha
la bici sin freno
los chichones
la creciente del río
los bichitos de luz las luces
malas el miedo la miga de pan
la partida
y las manos todavía
golpeando las puertas de esa
inexistente
insuturable patria

Laura Giordani,
incluido en Materia Oscura (Ed. Baile del Sol, 2010)

Laura ve a través del humo en http://lauragiordani.blogspot.com/.

(El paciente inglés, Anthony Minghella, 1996)